Cucharita
Cuando me confesó que se robaba las cucharas, estuve como una semana vigilando que mis cucharas siguieran existiendo en el cajón de la cocina. Las contaba varias veces después que se iba. Pero nunca faltó ninguna. Solo se llevó la guitarra, que nunca me devolvió. Seguramente cambió de objeto sin avisarme. Ahora yo, cuando puedo, me robo una cuchara desde cualquier lugar donde encuentre una que me guste. Hay algunos diseños interesantes y me encantan aquellas más viejas.
Esto no es amor, tan solo me obsesioné con las cucharas.
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