Martes 13, me dejó el barco




No hay nada como este viaje. Las paredes se hacen transparentes y las habitaciones se vuelven la parada que nadie quiere usar, porque ya está tomada. Es la suerte de estar Por orden de llegada. Y aunque el colchón es duro y frío, no se desprecia porque nadie tiene un lugar caliente y cómodo asegurado.
La plata la sopla el viento mientras duerme, se la lleva a Patronato, a los carros de sopaipillas que abren a las siete y a los vendedores de lo inservible que doblan sus primeros billetes.
Soy parte de la vitrina mientras sueño como los perros en las plazas, que patalean soñando que corren con el pecho embarrado.

Comentarios

Entradas populares